domingo, 24 de junio de 2018

359. Pase misí, pase misá. Los cuerdos corren mucho, los locos se quedarán.

Terminaba la entrada anterior con un “prometo que la próxima será algo más liviana”. Era una especie de disculpa culposa por lo denso y poco visual del fárrago legislativo en que me había empeñado. Así que ahí he andado todos estos días rebuscando una posible idea, curiosa o entretenida, para compensar. ¡Y espero haberla encontrado!.

Realmente no sé si el calificativo más apropiado es de “curiosa o entretenida”, pero sin duda si fue sorprendente cuando conocí la historia. Una historia de la que solo hace escasas horas he descubierto la verdad, por lo que, aviso al lector, hay que seguir hasta el final si se quiere conocer.

Todo empezó pocas semanas atrás, cuando un colega amigo me enseñó en su móvil unas fotos que había tomado hace un par de años en lo que fue un hospital psiquiátrico burgalés, para entonces ya cerrado. Las fotos en cuestión eran de una de sus puertas, con unas sorprendentes inscripciones sobre ella.

El psiquiátrico en cuestión se ubicaba en Oña, en el antiguo monasterio benedictino de San Salvador, cenobio fundado en 1.011 y que en el S. XVI albergó la primera escuela de sordomudos del mundo. En 1880 fue comprado por los jesuitas, que lo dedicaron a Colegio y Noviciado, hasta 1967 en que lo vendieron a la Diputación. Reconvertido entonces en institución psiquiátrica, allí se recogieron a los enfermos de la provincia dispersos por otras instituciones, no sin algún que otro escándalo al poco tiempo de su inauguración. Pero eso será otra historia. Recuerdo hace ya muchos años que realicé una visita a sus instalaciones, llamándome sobremanera la piscifactoría, donde infinidad de truchas nadaban tenazmente contra corriente, en desesperantes estanques circulares sin fin.

La iglesia del monasterio alojaba también otra curiosidad, la de un santo “descabezado” que sostenía la testa cercenada cuidadosamente entre sus brazos, como para “no perderla”, no sé si en correcta premonición o no a tantas otras cabezas perdidas que se alojarían después entre aquellos muros. Se trataba de San Vitores, patrón de la Villa de Oña, y de quien mi colega también me envió complacido una foto de la estatua que le había sorprendido. ¡Gracias, Javi!


San Vitores. Patrón de Oña. Festividad 26 de agosto.

Pero no nos entretengamos en digresiones, y vayamos de una vez a las psiquifotos anunciadas.



Las psiquifotos que me dejaron boquiabierto. Portón en el Monasterio de San Salvador, Oña. Anterior hospital psiquiátrico. Fotos © Javi O., 2016

Imágenes asombrosas, de las que no conocía nada similar y ante las cuales no sabía cómo reaccionar. ¿Era posible que la segregación hubiera llegado a esos extremos? Aunque tampoco era de extrañar tanto, cuando hasta no hace tanto tiempo los negros sudafricanos tenían, por ejemplo, bancos públicos diferenciados de los de los blancos...


Bancos para "SOLO BLANCOS" y para "SOLO NO BLANCOS", memoria del apartheid sudafricano, ante la entrada de la Corte superior de justicia de Ciudad del Cabo. Foto © Psiquifotos, 2017.

Multitud de interrogantes y sentimientos se sucedieron agolpadas: ¿A dónde daría cada una de esas puertas? La de los “cuerdos”, obviamente a la portería de la institución, pero ¿la de los “locos”?, ¿a algún pasillo escondido? ¿Se trataría solo de dos puertas diferentes abiertas a una misma estancia de entrada?, entonces ¿por qué ese empeño en dirigir a unos por un lado y a otros por el otro? Y ¿Qué podía sentir quien se viera así forzado a tomar la entrada que le proclamaba loco de remate, como grosero ejercicio de autodiagnóstico clasificatorio de la época?

No podía entenderlo. Es verdad que los enfermos mentales han sido maltratados y vejados institucionalmente a lo largo de los siglos, pero también es verdad que muchos de ellos, adaptados a la vida institucional, encontraron entre sus muros cobijo e incluso un modo de vida empleándose en la propia institución, pudiendo entrar y salir con cierta libertad del hospital. Alcanzaban de esta forma un grado, digamos, de “semicuerdo” y relativa autonomía. Pudiendo suponer, además, que serían estos quienes más utilizarían la puerta de la izquierda, no podía imaginar algún motivo para señalarles de esa manera absurda y totalmente innecesaria.

Pero cosas más gordas habíamos conocido, y me convencí, acrítico, ante la demoledora evidencia de la imagen. La guinda la puso una rápida búsqueda en Google con el móvil, donde encontré la confirmación de la insólita inscripción en lo que interpreté, sin mayor motivo objetivo, sería un momento de la decorosa preservación de la memoria histórica municipal.


La imagen que vi en Google e interpreté, cándidamente, serían dos operarios municipales restaurando la portada del antiguo manicomio.Foto © Isacio de la Fuente Martínez. 2013.

Sin embargo, la realidad era muy otra, la descubrí “investigando” en torno a la institución y sus inauditas inscripciones, justo en el momento que me preparaba para redactar la entrada. Cuando, tirando del hilo, me encontré con este montaje audiovisual.



Isacio de la Fuente Martínez - EL JARDÍN SECRETO - INTERVENCIÓN "LOCOS - CUERDOS", 2013"

Y descubro entonces que, lo que parecían unos antiguos y pesados portones de rancio abolengo, no es más que un inocente trampantojo. Y que las rotulaciones sobre ella no estaban siendo restauradas, sino recién pintadas. Todo ello dando forma a una intervención, realizada por el artista castellano Isacio de la Fuente Martínez, para “El Jardín Secreto”, proyecto artístico que desde 2013 congrega a una multiplicidad de autores y sus obras en el entorno del monasterio.

Así que toda la historia que me había construido se me ha venido abajo de un plumazo, quedándoseme esa cara que se les queda a los crédulos cuando les canturrean eso de “¡inocente, inocente! ...”, y se dan cuenta de su credulidad. Conciencia de la propia ingenuidad, acompañada de cierta sensación de confusión. Por una parte, la decepción por la pérdida de lo que consideraba unas psiquifotos de antología (bueno, creo que aún así siguen siéndolo). Pero, por otra, la satisfacción de comprobar que no hubo nadie que tuvo que ser así humillado, junto al disfrute de la genial idea que tuvo el artista para llamar la atención sobre la segregación y estigma que siguen sufriendo las personas con una enfermedad mental, ¡chapó!

Dejémoslo po ahora así, y en la próxima ya nos ocuparemos del escándalo al que nos referíamos líneas más arriba.




BIBLIOGRAFIA.


Torre, P. El jardín secreto, arte al aire libre. Diario de Burgos, 6 de julio de 2013. Accesible en http://www.diariodeburgos.es/noticia/ZE5846C0A-09F4-35F9-6CD6B9F99265220D/20130706/jardin/secreto/arte/aire/libre

1 comentario:

Úrsula Starke dijo...

Es verdad. Mucho nos confundimos en esta era donde la imagen -y su reproductibilidad- puede ser manipulada a diestra y siniestra. Y bueno, de este comportamiento se valió el artista para "engañarnos" con su intervención. Pero, finalmente, nos damos cuenta que lo creímos de inmediato porque no es tan fuera de lugar para quienes conocemos la historia de la psiquiatría. Es decir, sí, es fuerte, es pintoresco, es penoso. Pero es absolutamente verosímil. Gracias por este post.