viernes, 12 de diciembre de 2008

25. El purgatorio a través de una cámara oculta. EEUU, 1960s.

En 1967 y con una tirada de más de 7.600.000 ejemplares, la revista Look publicó un artículo en el que denunciaba la terrible situación en la que eran atendidos institucionalmente los niños (y adultos) con retraso mental. Sirvió para llamar la atención pública sobre un colectivo marginado y olvidado como lo habían sido los enfermos mentales, algunos de ellos, sobre todo del ámbito infanto-juvenil, también recluidos en muchas de estas eufemísticamente llamadas “escuelas”.



Las "imágenes denuncia" que hemos visto hasta ahora en psiquifotos (años 40s y 50s), fueron tomadas con el ánimo de mejorar las pésimas condiciones internas en las que se encontraban los pacientes institucionalizados. A diferencia de ellas, las imágenes mostradas por Look (y otras que empiezan a publicarse durante la década de los 60s) se realizaron con el objetivo de reivindicar la desinstitucionalización de las personas internadas con un objetivo meramente custodial.

Pero la historia había empezado un poco antes del artículo del citado semanario. Como en el caso de los enfermos mentales, nadie parecía preocuparse de la situación en la que se encontraban los niños y adultos institucionalizados con retraso mental, sobre todo de aquellos alojados en los llamados “pabellones traseros”. Hubo incluso quien llegó a pensar que podían ser un material de gran utilidad para la investigación biomédica como cobayas humanos (y cuando digo “material”, lo hago citando textualmente el modo como eran denominados en algunos lugares, mientras que a un miembro del personal se denominaba “item”).



En 1965, el senador por el Estado de Nueva York, Robert F. Kennedy, acompañado de un equipo de televisión, realizó una serie de visitas a diferentes instituciones para deficientes psíquicos. Lo que vio no parece le gustó mucho. Describiendo, por ejemplo, la Escuela de Willowbrook como “un nido de serpientes” (snake pit), a la vez que declaraba que a los residentes se les negaba el derecho a la educación y eran privados de sus libertades civiles. Más tarde, ese mismo año, se refería directamente a las “condiciones deshumanizantes” de las instituciones públicas.

El senador Robert Kennedy pregunta por la escuela a un niño. Foto Dick DeMarsico.

Aireadas las denuncias en varios medios de comunicación, la población norteamericana se mostró asombrada e incrédula, incapaz de entender que pudieran existir seres humanos tratados en peores condiciones que los animales. A quien no gustaron nada los comentarios fueron, no sólo al Gobernador Nelson Rockefeller, sino a un sinfín de burócratas y otros profesionales responsables del cuidado y tratamiento de los discapacitados. Desde sus filas se alzaron con rapidez numerosas voces en desacuerdo con las críticas realizadas, alegando que unas pocas horas de visitas relámpago no eran suficientes para condenar después instituciones completas y sus filosofías asistenciales.

Desatado el escándalo, también hubo personas convencidas de que no se necesitaban muchos conocimientos académicos para determinar cuando uno había entrado en la “tierra de los muertos vivientes” o que, por mucho esfuerzo racionalizador, nada podía mitigar lo que aparecía como un tratamiento cruel e inhumano. Así pensaba Burton Blatt, que en ese momento trabajaba en contacto con “The Seaside”, una nueva escuela especial para niños con retraso mental.

Después de pensárselo bien, Blatt, entonces profesor y Presidente del Departamento de Educación Especial en la Universidad de Boston, decidió embarcarse en una aparentemente complicada aventura. Se dirigió a un buen amigo (Fred Kaplan) fotógrafo independiente y le propuso visitar una serie de instituciones a lo largo del país. Allí intentarían recoger información relacionada con las prácticas asistenciales y, sobre todo, fotografiar sus instalaciones con una cámara oculta.

Durante las Navidades de 1965 visitaron y retrataron cuatro instituciones (la mayor acogía a 6.000 adultos y niños, estando proyectada para 4.000; la menor hospedaba unas 1.000 almas de todas las edades), que no desvelaron tanto por temor a las consecuencias que enfrentarían sus directores, como porque estaban convencidos de que no eran muy diferentes a la mayoría de otros lugares a lo largo y ancho del país.

Kaplan, su cinturón y su cámara.

El testimonio de Blatt, junto a una selección de los cientos de fotografías tomadas furtivamente por Kaplan con una cámara sujeta al cinturón, fue publicado en forma de libro con el título “Christmas in Purgatory” (Navidades en el Purgatorio), concebido y escrito en el 700 aniversario del nacimiento de Dante, tal y como señalan con ironía los autores. Las imágenes, acompañadas de diversas citas literarias, recogían sin lugar a dudas la dantesca situación en la que se encontraban los residentes, mientras que la descripción en palabras del entorno asistencial no podía sino empeorar la dramática situación.



















Como contrapunto esperanzador se incluyeron también imágenes y referencias de un quinto centro, la recientemente inaugurada escuela “The Seaside”, con un enfoque comunitario de base y claramente partidaria de explotar al máximo las potencialidades de los niños y apoyar a sus familias. Para Blatt, Seaside era la prueba de que el retraso mental no era inalterable, pudiendo cambiarse las capacidades pre-existentes en la persona, para bien o para mal, dependiendo de cómo esta fuera tratada. Y lo que estaba claro, tanto entonces como ahora, es que para garantizar un mejor tratamiento se necesita no sólo cambiar actitudes asistenciales, sino dotar de suficientes recursos para ello.







Burton Blatt (1927-1985), fue un pionero en la humanización de los servicios para personas con retraso mental. Defensor de la desinstitucionalización, participó en el inicio de programas residenciales comunitarios y de apoyo a la familia. Propugnó la integración en las escuelas normalizadas y la provisión de recursos pedagógicos para aquellos más afectados, a quienes denominó “clinically homeless” (los desamparados clínicamente).

Como en otros muchos proyectos de este tipo, los autores se vieron confrontados por diferentes personas que les acusaban de invadir y atacar la privacidad de los individuos retratados. Sin embargo, Blatt y Kaplan, no cayeron en el riesgo de ocultar las imágenes. Estaban convencidos de que esa censura contribuiría al mantenimiento del sufrimiento de los retratados, mientras que la divulgación del ambiente institucional no podía sino ayudar a mejorarlo. Para ellos, cuando la privacidad contribuye al sufrimiento perdería su significado como un bien preciado. Esto es importante seguir teniéndolo en cuenta y reflexionar sobre ello cuando alguien se inquieta de forma desproporcionada ante la entrada en nuestras instituciones de los ya ubicuos teléfonos móviles con cámara incorporada.


Consultar, AQUI, el esquema-índice de las entregas que componen la serie completa de "fotografía denuncia" en psiquifotos.



BIBLIOGRAFIA



Blatt, B. Kaplan, F. Christmas in Purgatory. A photographic essay on mental retardation. Scituate Harbor. Massachusetts, 1966. Publicado para su distribución gratuita por un grupo de padres y amigos de personas con retraso mental. Hay otra edición del mismo año de Allyn and Bacon.


Blatt, B. Kaplan, F. Christmas in Purgatory. A photographic essay on mental retardation. Human Policy Press. New York, 1974. Posteriormente se realiza una reimpresión encuadernada en espiral que incluye un CD con las imágenes. Accesible aquí.


Blatt, B. Mangel, C. The tragedy and hope of retarded children. Look (31 octubre 1967). 31 (22): 96-103.








No hay comentarios: