lunes, 2 de febrero de 2009

39. Analizando fotos antiguas

Tengo que agradecer esta entrada a la amabilidad de César Leyton Robinson y Andrés Díaz Caballero que me han permitido extractar un artículo que publicaron recientemente, así como reproducir las imágenes que lo acompañan. Estoy seguro que será del máximo interés para los seguidores del blog, a la vez que nos va a servir de maravilla para hacer un breve descanso entre tanta foto-denuncia.

El artículo se presenta como una reflexión metodológica sobre la utilización de la imagen médica como documento para la construcción de la historia de la medicina, proponiendo un método que incluye diferentes perspectivas de análisis de la imagen. Para ello se apoyan en los fondos del archivo fotográfico del Museo nacional de medicina Enrique Laval en Chile. Con una colección de unas 4.000 piezas, sus primeras instantáneas datan de 1860 y se distribuyen en diferentes colecciones: Fotografías de figuras médicas (retratos, ceremonias); Fotografías de arquitectura hospitalaria (hospitales, facultades, servicios de salud privados y públicos, etc.); Fotografías de tesis médicas (oftalmología, psiquiatría, cirugía, etc.); Fotografías de objetos patrimoniales médicos (electroterapia, medicina colonial, anestesia, medicamentos, etc.).

Antes de proceder al resumen del trabajo (que puede descargarse íntegro aquí), aclararé que únicamente me he limitado a extraer los párrafos que me han parecido pueden dar una idea general, sin modificar ni añadir nada al texto original.

Los autores parten de una premisa básica:

El aparato científico-médico clasificó estados, condiciones y grupos humanos con el fin de reunir información sobre el cuerpo a examinar. Sin embargo, desde sus orígenes se revela que el discurso científico-médico evoluciona hacia una mirada normativa, donde la enfermedad se transforma en una condición de impureza y desviación, solo propia de los grupos sociales vulnerables. En cambio, el cuerpo sano era una condición propia de la ‘normalidad’, no solamente física, sino social… Este mismo artefacto visual, ya sea un grabado o una fotografía, al ser revisado desde la contemporaneidad de la historia de la medicina, sufre una mutación que nos revela nuevas y distintas interpretaciones que se alejan de la mirada médica original. Las técnicas, los espacios, los rostros, los instrumentos, permiten dimensionar no solo la fisonomía del pasado médico, sino también la realidad de un pasado social.

Una mirada más pluralista de la imagen,… (va) a comenzar a liberar a la imagen de los procesos de colonización que provoca y que muchas veces también acompañó a la fotografía de fines del siglo XIX (registros de etnias para museos europeos, paisajes fronterizos australes conquistados, etc.). Descolonizar la imagen fotográfica, su funcionalidad y su interpretación única, para liberarla de sus relaciones de dominio… Esto nos permite abordar una realidad que se filtra, que se ‘cuela’ de la imagen institucional de la época. Estas imágenes que pretendían desnudar un cuerpo físico, en realidad terminan desnudando, sin querer, un cuerpo social con todas sus categorías…

Entonces nos hacen su propuesta:

Al analizar una fotografía como un documento histórico se propone una metodología que aniquile la visión de la fotografía como un simple decoro a un texto.

Se requiere categorizar el tipo de imagen que se observa y toda la información que se puede obtener, jerarquizando la información en diferentes niveles conceptuales… La composición escénica, tanto estética como social y política, es algo que se debe considerar en todo este registro y análisis… Hay que preguntarse: ¿Qué hay más allá de la intención del fotógrafo? ¿Es lícito poner en duda la aparente espontaneidad de una imagen para hacer visible una escenificación o un montaje institucional?

También es importante tener presente nuestra obsesión contemporánea crítica, donde la imagen se sitúa solo como un montaje que todo lo oculta sin reconocer la posibilidad que el flujo de la información visual muchas veces escapa al control institucional y autoral, careciendo de una intencionalidad política debido a la naturaleza del documento visual. Esto también puede ser un elemento a considerar en nuestro trabajo de investigación.


Y nos proponen unos ejemplos prácticos de análisis fotográfico según cuatro ejes:


Figura 1



- Eje médico-social: orate, en griego, significa visionario; en este caso se aplicaría como ‘el que ve visiones’ (Diccionario de ciencias médicas, 1824 Facultativos de la corte. Diccionario de ciencias médicas, tomo XXIII. Madrid: Imprenta Real. P.3 La Casa de Orates se creó en Santiago de Chile en 1852 con el nombre de Casa de Orates de Nuestra Señora de los Ángeles. Posteriormente recibe el nombre de Manicomio Nacional y en el siglo XX se transforma en el Instituto Hospital Psiquiátrico.

- Eje médico-estético: este registro nos muestra mujeres pobres, mestizas y algunas con fuertes rasgos indígenas. Algunas sonríen, otras eluden la mirada fotográfica, pareciera que fueron puestas allí sin su consentimiento, por eso el desgano y la apatía. El cabello sin peinar, de algunas, es quizás el símbolo de su abandono. El código tácito de embellecerse para una fotografía aquí está doblemente ausente, ni el fotógrafo, ni las modelos-pacientes, reparan en modificar su aspecto para aparecer ‘mejor’. No importa, están locas. Nadie se preocupa de su belleza pública, su higiénica belleza. Están abandonadas.

- Eje médico-social: al analizar esta fotografía, resulta imposible no especular respecto a las razones que las llevaron a estar recluidas en una institución psiquiátrica, más allá del posible diagnóstico clínico. Es un hecho evidente que muchas veces estos espacios cumplieron funciones de castigo para mujeres que se salían de las normas sociales, por ello sería importante considerar el número, sexo y diagnósticos de los pacientes para comprender todas las funciones que estos espacios cumplieron. Las melancolías eróticas, la locura religiosa y alcohólica pueden interpretarse dentro de un contexto social que reprimía la sexualidad o la intelectualidad de las mujeres. Otro punto de análisis resulta del estudio de los oficios que ejercían estas mujeres, tales como lavanderas, costureras y dueñas de casa, los que se podrían relacionar a fuerte explotación física y psíquica que condicionaban su salud mental. La cotidianeidad de los espacios hogareños muchas veces ocultaba diferentes grados de miseria y violencia conyugal en sus vidas.

– Eje médico-institucional: el grado de profesionalidad o especialización del cuerpo médico que atendía el establecimiento podría darnos luces respecto a las funciones que cumplía éste. Muchas instituciones hospitalarias, desde sus orígenes, sirvieron como depósitos de marginalidad social donde se concentraban los sujetos no deseados. Con él entenderemos el paradigma psiquiátrico que soportó su origen, desarrollo y etapas. Es lícito preguntarse por el origen de la fotografía. ¿Era para una memoria del establecimiento o para estudio clínico? ¿Si fueran mujeres de elite, las expondrían a la fotografía? ¿O solamente se expone la mirada enferma de la pobreza y marginalidad? Nosotros creemos que existe una profilaxis social, una especie de mirada higiénica que justifica la segregación social, pero desde otro punto de vista, el científico. ¿La fotografía médica tiene una asepsia social? ¿De espacios, de orden?


Figura 2



– Eje médico-social: se observa que la mayoría de los hombres tienen un aspecto de marginalidad, su ropa nos indica su origen popular. Pobreza y mestizaje se repite en la fotografía. Los diagnósticos psiquiátricos no nos son conocidos. Sin embargo, es importante para su análisis entender la relación estrecha entre marginalidad y algunas etiologías psiquiátricas, es decir, locura sifilítica o alcohólica, incluso la asociación de mestizaje a locura hereditaria y degeneración que hegemonizaron la psiquiatría y el racismo científico de fines del siglo XIX. Estos diagnósticos no son atribuidos o especulativos, son los que más se repiten entre 1890¬1930 en las cuentas de la Casa de Orates de Santiago de Chile.

– Eje médico-estético: la mayoría de los individuos retratados tienen un aspecto de peones ‘gañanes’, especie de trabajador nómada rural que habitó los campos chilenos gran parte del siglo XIX hasta principios del siglo XX y que sufrió un desplazamiento social con los procesos de industrialización. Hay otros sujetos que tienen gorras militares, lo que podría datar la fotografía cercana a un conflicto bélico. Cobra entonces sentido la posibilidad que se trate de veteranos de la Guerra del Pacífico o del Salitre en 1879 o la Revolución de 1891. También podría señalar una donación del ejército a estas instituciones de salud con pertrechos dados de baja. Considérese aquí que un edificio destinado al nuevo Manicomio de Santiago de Chile, por esta época, fue expropiado por el Ministerio de Guerra y luego entregado a la caballería del ejército.

– Eje médico-político: en el extremo derecho de la imagen se identifica a un joven doctor, Joaquín Luco Arraigada, nacido en 1870, y a un grupo de guardianes que le acompañan, configurando un espacio de poder dentro de las estructuras jerárquicas de la fotografía.

– Eje médico-social: desde la perspectiva social, podemos inferir que la presencia de trabajadores rurales en un espacio psiquiátrico podría implicar el fuerte impacto del proceso de industrialización que trajo como consecuencia un incremento de la locura alcohólica, producto del aumento del consumo del alcohol destilado en las dietas de los peones, quienes acostumbraban a beber alcohol fermentado de un muy inferior grado etílico. Por otra parte, un conflicto bélico también implica una población dañada, no solamente en términos físicos, sino también en términos mentales.

Figuras 5 y 6



– Eje médico-social: el paciente tiene blefarospasmo bilateral histérico, una especie de ‘guiño’ o movimiento continuo en el ojo, que no le permite ver. Es un policía o carabinero chileno que según el estudio sufrió este tipo de ceguera producto de un fuerte trauma que vivió. Es importante en la historia de la medicina porque la histeria había estado asociada a las mujeres, desde los griegos. Era considerada producto de una deformación al útero, por lo tanto, encontrarla en esta fotografía en un hombre va marcando un cambio de criterio médico en el diagnóstico de la enfermedad.

– Eje médico-estético: hay observaciones médicas sobre el paciente en la fotografía, su actitud corporal; nótese la completa indiferencia del enfermo.

– Eje médico-político: además es importante considerar cómo encontramos un individuo asociado a la autoridad en este espacio hospitalario. Aquí la asepsia social está abandonada y se nos permite observar de otra forma a la autoridad, vulnerable y enferma. Igual hay que considerar que es un carabinero de poco rango y mestizo. Sería diferente ver a un general enfermo en la imagen.

Figura 7



- Eje médico-social: este individuo tiene un diagnóstico de ambliopía que es un oscurecimiento de la visión por sensibilidad imperfecta de la retina y sin lesión orgánica del ojo. Lo interesante de la fotografía es que hay una nota que resalta que el paciente está ‘simulando’. Esto implica que las redes o estrategias de sobrevivencia de estos sujetos operaban en estos espacios. Es posible que lo hicieran para cobrar dinero en el Seguro Obrero y así tener acceso a beneficios sociales de salud.

– Eje médico-estético: aquí hay un doble montaje, la fotografía retratando al sujeto, individualizando su engaño o posible enfermedad, y hay otro montaje, el del propio paciente, el cual enfrenta a este lente y al médico que pretende develar su representación o imagen falsa de enfermedad. Es importante plantear que el médico cumple nuevamente un rol fiscalizador, el descubrimiento de una simulación de ceguera para proteger al Estado de no pagar seguros sociales a individuos ‘maleantes’. La fotografía es la prótesis que corrige a estos ‘charlatanes’, ‘embaucadores’, que enfrentan a esta doble mirada rectora: la médica y la fotográfica. Hay una nueva mirada anatomopatóloga que observa, ya no la anormalidad física sino la más invisible de todas, la psíquica y la moral corrompida. Por lo tanto, se necesita de nuevos objetos técnicos para analizarlos. Esta fotografía médica es una mirada post-Morgagni o post-Charcot, donde la anormalidad, lo deforme, lo fenómeno, no busca la enfermedad del cuerpo sino el delito, la falta del individuo, del delincuente, conceptos claves para el nuevo orden industrial y la nueva cultura de las clases dominantes y factores que también tienen que haber influenciado a la medicina de tiempos de la industrialización.



Para terminar concluyendo:


En estos retratos médicos, como una especie de visión fantasmal, hay una ‘reaparición del sujeto’, del cotidiano, del común, del popular. Se podría decir que aunque la industrialización fue un proceso de exclusión en el pasado de estos grupos sociales, hay una contradicción que quedó plasmada en la fotografía médica, la aparición del mundo popular como mano de obra, como paciente, como delincuente, pero instalándose en espacios sociales y visuales que históricamente les habían estado prohibidos y es aquí donde los volvemos a encontrar, en los archivos fotográficos médicos, como una huella social que hay que seguir en nuestras futuras investigaciones.


BIBLIOGRAFIA




Leyton Robinson, C. Díaz Caballero, A. La fotografía como documento de análisis, cuerpo y medicina: teoría, método y crítica - la experiencia del Museo Nacional de Medicina Enrique Laval. Hist. cienc. saude-Manguinhos, July/Sept. 2007, vol.14, no.3, p.991-1012. (Descargar artículo).

1 comentario:

andres porcel dijo...

Muy interesante... gracias por la aportacion, hay todavia pocos textos accesibles que en cuanto a imagen vayan mas allá de la recopilación (que desde luego no sobra). Gracias.