miércoles, 23 de octubre de 2019

385. Locos de desatar: Odin Teatret por las calles de Volterra.

Hace escasas semanas nos enterábamos de la curiosa historia, allá por los 70, de una troupe circense proveniente de la lejana Escandinavia que acabó en el psiquiátrico de Valencia. Nos lo contaba Cándido Polo en esta entretenida entrada, acompañada de unas muy interesantes imágenes inéditas hasta ahora.

Pues bien, ahora me vuelve a escribir contándome que, animado por el interés despertado por dicha entrada, me envía otra aportación relacionada, que amplía algunos datos sobre dicho grupo de saltimbanquis callejeros, profundizando en la querencia que parecía tenían por las instituciones mentales:

Para contextualizar la experiencia llevada a cabo por Odin Teatret en el Hospital psiquiátrico de Bétera (Valencia) conviene seguir la trayectoria del grupo escandinavo, que desde mediados los 60’ viene anteponiendo su propuesta de teatro-laboratorio al modelo de las compañías de repertorio. De este modo priorizan el aspecto sociológico de su trabajo en busca de un intercambio cultural, experimentando con poblaciones muy alejadas del teatro, como países tercermundistas, minorías étnicas o reductos de control y marginación como son las instituciones totales. Reivindican su aprendizaje de los grandes maestros que protagonizaron la revolución escénica como Grotowski, Beck, Brooks o Darío Fo, tanto como la fértil influencia técnica de las músicas de tradiciones orientales y los bailes y danzas de raíz folklórica. Partiendo de estos presupuestos y bajo la dirección del maestro Eugenio Barba (Bríndisi, 1936) durante más de medio siglo, se ha consolidado su propuesta en torno al concepto de Tercer Teatro, de vocación principalmente antropológica e interactiva, siempre diferente en cada entorno sociocultural. Así pudieron experimentarlo a mediados de los 70’ en Cerdeña y en la región apuliana del Salento, en fértil intercambio de costumbres con pastores y campesinos, que transmitían a su vez costumbres y tradiciones de profunda raíz mediterránea a través de sus bailes y canciones populares.

Era inevitable convivir con las creencias mágico-supersticiosas de la “tierra del arrepentimiento”, donde persisten ritos ancestrales de catarsis colectiva, tan arraigados como los frecuentes movimientos sísmicos que suelen producirse en el tacón de la bota que representa la península itálica. Los fundamentos psicodinámicos y la utilidad terapéutica de estas ceremonias curativas merecieron a finales de los 50’ una rigurosa investigación interdisciplinar sobre el fenómeno endémico del tarantismo, dirigida por el historiador Ernesto de Martino, que contó entre otros con el joven psiquiatra Giovanni Jervis, uno de los impulsores de la Psiquiatría crítica en las siguientes décadas. Sólo por esto, y por el interesante material fotográfico recopilado durante los rituales la experiencia merecería ser recogida alguna vez en esta psiquifototeca, si lo estimase oportuno su creador —que es además un buen conocedor del tema.

Pero, volviendo a nuestro asunto, podemos comprender la originalidad de aquel empeño paradójico del grupo en recurrir al manicomio, un centro tradicionalmente represivo donde conviven gentes muy diversas cuyo libérrimo comportamiento puede generar una anomia insoportable —como le ocurrió a Fellini durante su estancia quincenal durante un frustrado rodaje—, para reivindicar públicamente la libertad de expresión que el franquismo les negó en la Plaza de la Virgen de Valencia.

Pocos meses antes, en octubre de 1976, el grupo nórdico había llevado a cabo una experiencia semejante en la Toscana, dentro del Ospedale Psichiatrico de Volterra, un “nido de víboras” tradicional en vías de transformación, donde pudo ponerse en escena la subversión del orden institucional y la negación de la diferencia; al menos por un día. A través de sus acrobacias circenses y sus parodias bufonescas, los actores pudieron lograr la participación de los internos, matti da slegare (locos de desatar) en la denominación de la época, que se sumaron de forma entusiasta a aquella ceremonia festiva llenando las calles de carnaval y de magia. Siguiendo su propuesta centrífuga que ya conocemos, actores e internos salieron del escenario hacia la calle, buscando entre la población el marco natural donde tuvieron origen sus trastornos; igual que las representaciones teatrales surgieron de plazas y calles. Afortunadamente contamos con las excelentes fotografías de Tony D’Urso que ilustran aquella sesión experimental, donde se muestra con elocuencia el rostro humano de la locura: nuestros crónicos de toda la vida, que son tan semejantes en cualquier parte.



Volterra. Fotos © Tony D'Urso, 19 octubre 1976.

Ahora, antes de acabar, Cándido, recojo la sugerencia sobre las fotos del tarantismo en "La tierra del remordimiento. Pero, mientras, vete pensando en otra continuación, porque seguro que esta despierta un interés similar a la anterior. Gracias por compartir.



BIBLIOGRAFÍA.




D'Urso, T. Taviani, F. Lo straniero che danza. Album dell'Odin Teatret 1972/77. Cooperativa Editoriale Studio Forma. Turín, 1977.



Santoro, V. Odino nelle terre del rimorso. Eugenio Barba e l'Odin Teatret in Salento e Sardegna (1973-1975). Squilibri. Roma, 2017.










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