lunes, 8 de marzo de 2010

128. El "electrosckoc" valenciano.

Uno de los epígrafes que diseñé para la clasificación de las psiquifotos fue el de “publicitario propagandístico”, pensado para incluir las fotografías que aparecían en folletos publicitarios, generalmente de clínicas privadas, u otras campañas con diversos fines. Además, aunque no hay muchos que conozca, existen otros ejemplos curiosos, entre ellos algún que otro “pichigüili”.

Para quien no entienda a que me refiero, aclararé que con la palabra “pichigüili” hacemos referencia a cualquier objeto promocional, generalmente de pequeño valor y escasa utilidad práctica la mayoría de las veces, que suelen entregar los laboratorios farmacéuticos como apoyo a sus campañas de venta.

El de hoy, del que podríamos aventurar encontrarnos ante un interesante precursor de los pichigüilis actuales, se trata de un “papel secante” de 21,5 cm. x 10 cm. Para los muchos lectores que, por su juventud, tampoco sepan lo que es un “papel secante” explicaremos que se trata de un tipo de papel basto y poroso que servía para secar la tinta fresca que quedaba tras utilizar las antiguas plumas y plumillas.

Por lo que sé, existían al menos dos tipos de hojas para acompañar el trabajo caligráfico. Unas pensadas para ser usadas directamente sobre la hoja manuscrita y con cierta utilidad añadida como improvisado marcapáginas. Otras, de forma rectangular ligeramente más alargada y habituales en todo tipo de oficinas, que debían acoplarse a una especie de pequeña mecedora de sobremesa que facilitaba su uso.



Bien pronto se vio el potencial publicitario de tan ubicuas hojitas y empezaron a imprimirse sobre ellas diferentes viñetas con ese fin, lo que actualmente les ha convertido en objeto de deseo ansiadas por coleccionistas. Para quién quiera profundizar en tan sugestivo tema puede empezar por aquí, donde hay unos bonitos y policromados ejemplos.

Pues bien, un buen día llegó a mis manos el curioso secante al que comenzaba refiriéndome y que llamó mi atención por hacer publicidad de una clínica psiquiátrica en Valencia, el Sanatorio Psiquiátrico de “Santa Bárbara”. El anverso lleva impresa la fachada del establecimiento con un rótulo bien grande que proclama: “CASA DE REPOSO”. Al pie de la imagen, la dirección del establecimiento y algunos de los tratamientos punteros del momento que ofertaba.


Junto a los temidos choques cardiazólicos e insulínicos, se proponía la actual terapia electroconvulsiva (TEC) o más castizo electrochoque de la época, que además se recoge fotográficamente en el reverso. Introducida esta técnica a finales de los años 30, parece evidente que, aunque aplicada entonces a pelo (en la actualidad se utiliza bajo relajación muscular y anestesia), para que fuera publicitada de esa manera tuvo que tener un cierto predicamento entre la población. Una población que buscaría en “las corrientes” la solución a sus males psíquicos, antes de que cayeran en el descrédito social por la abusiva utilización que se hizo del tratamiento en las décadas siguientes.


Por solo esa razón ya me resulta curiosa e interesante tal publicidad fotográfica, aunque lo más chistoso para el caso que nos ocupa es el nombre con el que nuestros colegas de la época tuvieron a bien rebautizar el invento que les llegaba del exterior. Ni cortos ni perezosos, no sabemos si en pleno dominio de sus facultades o bien como chusco equívoco del impresor que recibiría el encargo verbalmente y lo tradujo como buenamente pudo, lo cierto es que en aquella clínica el tratamiento ofertado era bautizado con el neologismo “electrosckoc”.

Por si acaso me precipitaba en el juicio, pregunté a unos colegas de por esas tierras si tal denominación pudiera ser la adecuada en valenciano o catalán, quienes me aclararon que allí se dice “electroxoc”. Y de eso saben bien los valencianos que, además de ser expertos en otras ruidosas mascletás y chispas artificiales, fueron testigos de la construcción del primer “Electroconvulsor” de corriente continua en España, materializado por Millás bajo dirección de Rius Vivó y Marco Merenciano. Su folleto publicitario ya en los años 40 auguraba “una nueva era en psiquiatría” (algo que cada cierto tiempo parece ser un tema recurrente para aquellas compañías que desean vender sus productos a la sombra de un lema sugerente), en este caso refiriéndose al invento como “electrochok”.


Electroconvulsor valenciano. Imagen tomada con mi teléfono móvil (ya siento la mala calidad) en la exposición Pinacoteca Psiquiátrica en España que tuve el placer de visitar en Valencia.

De la clínica retratada he descubierto que en un principio fue Palacio de los Condes de Rotova, ubicado en el núcleo antiguo de Moncada. El edificio data del siglo XVIII de arquitectura barroca en un principio, aunque posteriores intervenciones hicieron que acabara derivando en estilo neoclásico. A lo largo de su historia, el palacio ha recibido numerosos usos, desde servir de residencia de verano de los Condes que le dan nombre, hasta ser utilizado como sanatorio psiquiátrico privado en los años de la posguerra. Además, en los años setenta albergó a una comunidad de frailes combonianos, quedando después abandonado hasta que el Ayuntamiento de Moncada decidió adquirir el inmueble, siendo esta su sede en la actualidad.



Fachada del Palacio de Rotova, actual Ayuntamiento de Moncada y anterior Sanatorio de “Santa Bárbara”, fotografiada por Antonio Rey escasos días antes de la publicación de esta entrada ¡en exclusiva para psiquifotos!.

Del Dr. Carlos Rodríguez Cuevillas, director entonces del Sanatorio, poco puedo decir. Sé que publicó algún trabajo en revistas científicas de la época, prologando al menos un libro de casi surrealistas “vitaminas del alma al servicio de su felicidad”, prototipo de los populares manuales de autoayuda escrito por el peculiar Profesor Salvador Iserte.

Ilustración de Alfredo Palmero Hernández, según indicaciones de Salvador Iserte. En el libro ¡Despierte a la vida!, prologado por Rodríguez Cuevillas.


BIBLIOGRAFIA.


Ashton Smith, C. Pichigüilis. State of the art. The Txori-Herri Medical Journal Vol 5, Nº 1; 1997. Accesible aquí.


Hernández Merino, A. Piqueras, N. Pinacoteca psiquiátrica en España. 1917-1990 (Catálogo de la exposición). Universitat de Valencia, 2009. Accesible aquí.











Iserte, S. ¡Despierte a la vida!,con prólogo de Carlos Rodríguez Cuevillas. Editorial Ibérica. Barcelona, 1949.













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2 comentarios:

Artur Guerra dijo...

Buenas
Solamente para clarificar un dato sobre el palacio Rotova. Los Misioneros (y no frailes) Combonianos vivieron en el palacio en los años sesenta (e no setenta), marchándose para el nuevo Noviciado (cerca de Sta Bárbara)em finales de 1966. Lo digo porque yo (que soy portugués) era entonces uno de ellos. Me gustaría tener una foto del palacio de entonces.
Gracias.
Artur

Oscar Martínez Azumendi dijo...

Hola Artur.
Muchas gracias por la aclaración, siempre es oportuno y conveniente corregir las imprecisiones. Tomé esa incorrecta información de un par de páginas web de la propia Moncada, incluida la municipal.
Siento no poder orientarle acerca de esa foto que le gustaría tener, yo no tengo más que las que están en el blog.
Un cordial saludo.