miércoles, 24 de marzo de 2010

131. ¡El libro de la vida sexual!

Ahora que cerramos las Fallas y otras ruidosas festividades valencianas, me viene a la memoria un episodio que es el que inspirará la entrada de hoy. Hace ya unos meses, después de cenar y disfrutando de alguna que otra jarra de “Agua de Valencia” con unos colegas, el ambiente fue propicio para la rememoración y el intercambio de anécdotas personales, algunas hace ya largo tiempo caducadas.

Uno de los noctámbulos tertulianos no descubrió divertido, entre la añoranza por “aquellos tiempos” y el enfado por la mostrenca censura imperante, como en la adolescencia él y sus compañeros acudían a uno de los frailes del colegio en búsqueda de orientaciones en el terreno de la sexualidad. Más allá de la eventual resolución de dudas y otras libidinosas inquietudes, su objetivo era algo más concreto: echar un vistazo de refilón a las ilustraciones del manual que el adelantado fraile utilizaba en su magisterio. Ni más ni menos que “El libro de la vida sexual” de López Ibor.

Esta anécdota, merecedora de haber sido protagonizada por algún Blasillo de los de Forges, me ha servido para rescatar otras de las posibles “utilidades” que las imágenes médicas, y más obviamente aquellas relacionadas con la sexualidad humana tuvieron en un momento de nuestra historia todavía no muy lejana. Esas fuentes, especialmente las fotográficas, fueron uno de los escasos recursos iconográficos que permitían vislumbrar la desnudez del cuerpo humano más allá de los espejos. Las pocas imágenes donde los escotes (realmente inexistentes) no corrían riesgo de ser retocados (y lo del retoque de escotes a boli, ¡sobre el Hola!, doy fe de haberlo presenciado de la mano de un fraile en el manicomio en el que me estrené profesionalmente).

Podemos estar seguros que fueron muchos los que ojearon apresurados los tomos de medicina en las librerías especializadas en búsqueda de esas imágenes imaginadas, o quizá de forma más reposada las consultaron en el espeso silencio de las bibliotecas. En este sentido, nosotros, como estudiantes de medicina, éramos unos afortunados al tener acceso libre a muchas de esas publicaciones. Aunque bien pronto nos dimos cuenta de que aquel mundo prohibido no era para tanto y que, aunque todavía el destape no se había apoderado de kioscos y librerías, la calidad y sensualidad de las imágenes médicas dejaba mucho que desear. A su favor únicamente jugaba el morbillo asociado a la desviación de una norma que todavía la mayoría no sabíamos como medir.

Pero volvamos de nuevo al motivo que ha inspirado esta entrada: “El libro de la vida sexual”, de cierto impacto editorial en su momento y que tiene otra curiosidad histórica añadida. Si bien fue firmado por López Ibor, mucho más tarde se ha sabido que al parecer su redacción fue encargada a otras personas, incluso ajenas al mundillo médico o psicológico de la época. La periodista Lidia Falcón y Eliseo Bayo fueron quienes se encargaron de llevar a buen puerto el ambicioso proyecto, predecesor de la “Enciclopedia de la vida sexual” que poco después se distribuía por entregas en los kioscos españoles. Y casualidad, Mariano Hernández, otro de los allí reunidos, nos reveló también entretenido y cautivado por la noche valenciana, él había escrito al acabar su formación como residente de psiquiatría. Una decente forma de sobrevivir económicamente.

Re-visitemos ahora algunas de las imágenes que despertaban la lubricidad de los adolescentes de la época. Me parece que van a resultar tan simples y mojigatas, que me van a ahorrar cualquier comentario sobre las mismas, ni siquiera para ironizar.


























Reflexionando un poco sobre la anécdota y las imágenes sobre las que se sustenta, fácilmente podemos concluir que un momento cultural y pedagógico como el de entonces (pelín raro, cuando menos), algo nos habrá marcado. Pero quizás, si obviamos eso, simplemente son gratos recuerdos para compartir en una relajada velada.


BIBLIOGRAFIA.
López Ibor, J.J. El libro de la vida sexual. Ed. Danae. Barcelona, 1968.












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Descargo de responsabilidad: He utilizado las imágenes sin ánimo de lucro, con un objetivo de investigación y estudio, en el marco del principio de uso razonable - sin embargo, estoy dispuesto a retirarlas en caso de cualquier infracción de las leyes de copyright.
Disclaimer: I have used the images in a non for profit, scholarly interest, under the fair use principle - however, I am willing to remove them if there is any infringement of copyright laws.




7 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya vaya qué recuerdos... el libro fue un bombazo absoluto, un best seller que no faltó en ningún hogar... que quieres, será por nostalgia, pero a mí estas imágenes aún me resultan sicalípticas...

Pablo dijo...

Sí.. recuerdo muchas de esas fotos.. el libro andará en casa de mis padres.
Me proporcionó alguna información en mi temprana adolescencia (siempre a escondidas)y uno de los momentos de mayor vergüenza que recuerdo, cuando pretendí esconderlo para que no lo encontraran mis padres, en una ocasión en que se presentaron sin esperarlos.. en fin.

Anónimo dijo...

Como todo en la vida, hay "primera clase" y otras clases. A mí me tocó en mi adolescencia, las otras clases; porque miraba con ojos cuadripláticos la portada del Ibor sobre sexualidad, imaginando fotos....y me tuve que conformar con los dibujos del Francisco COROMINAS. ¡Pero qué texto!, que abrió el conocimiento y me permitió ser un "erudito" entre mis iguales. Me hizo olvidar al Ibor y me descubrió la vida.
Ahí va su portada, por si alguno lo recuerda con añoranza.
Basta introducir en google: Vida conyugal y sexual de Francisco Corominas.
Un saludo. Meltxor.

Anónimo dijo...

Soy de Argentina y ese libro lo tenían mis padres desde que yo era un niño. Empecé a leerlo a los doce o trece años.
Me enseñó mucho sobre la sexualidad y me sirvió para desempeñarme excelentemente con la mujeres en materia sexual.
El libro es excelente y a pesar de los años que pasaron sigue siendo muy útil para cualquiera que lo lea.
La edición que yo tengo es de 1971 y es igual a la de la foto y con su estuche de cartón.
Tengo entendido que se vendió en todo el mundo hispanohablante y en el país donde vivo fue muy popular y eso se echa de ver porque siempre se ven ejemplares usados puestos en venta en el sitio Mercado-libre de Argentina.
...............Alejandro.

Anónimo dijo...

Este libro estaba también en casa de mis padres y de las primeras ediciones. Tuve la oportunidad de conocer a su hija Blanca López Ibor en el hospital. La regalé el libro por Navidad y le hizo mucha ilusión porque ni ella ni sus hermanos lo conservaba. Se lo merecía Blanca es un ángel blanco.

dong dijo...

ok

Eva dijo...

Justamente yo tenía 10 años cuando cayó el libro de López Ibor en mis manos (hoy tengo 63).El libro en cuestión estaba en mi casa forrado con papel de periódico para que no se viera la portada. Para mí lo más terrible fue descubrir que trataba la masturbación como una anormalidad de la vida sexual, o al menos así me pareció al leerlo. También la palabra petting se me quedó grabada y la palabra zoofilia. Leía a escondidas, sin que nadie me viera. El libro condenaba totalmente la homosexualidad y explicaba también otras cosas que a mí me parecían asquerosas como que algunos hallaban placer sexual untando en pan la sangre de la menstruación de su pareja. Durante años estuve vacunada contra el sexo, jajaaaaa. Aunque ahora mismo, ya no tengo muy claro si confundo narraciones del López Ibor con lo relatado años después en la "Psicología del erotismo" de Kolosimo.
De todos modos, me resultó un poco traumático leerlo a tan temprana edad. Pero me ha gustado ver que hay gente que lo recuerda.