miércoles, 2 de noviembre de 2011

203. ¿Cómo prefiere usted suicidarse?

En alguna entrada anterior ya abordamos la cuestión del humor fotográfico en relación con la psiquiatría, ilustrándolo además con unas inéditas fotografías rescatadas por psiquifotos del cajón del chamarilero.

En esta ocasión, el descubrimiento fortuito proviene de una revista de época que andaba yo revisando por otros motivos también psiquifoteros. Así, curioseando entre las páginas de un ejemplar de Crónica de 1931 me encontré de sopetón con un sorprendente encabezamiento ¿cómo prefiere usted suicidarse?... ¿le gusta la originalidad o prefiere el manido tirito?

Sabemos de la existencia de publicaciones, tanto en papel como en la web, que se ocupan de tan preocupante y doloroso tema, incluso dando pistas que faciliten el empeño. Pero en este caso no se trataba de esto, sino de una especie de juego fotográfico en el que el autor, Francisco Aguera Cenarro, proponía a diversas personalidades del mundo de la farándula la cuestión de sus preferencias suicidas, pidiéndoles posteriormente actuarlas frente a la cámara del fotógrafo madrileño Piortiz, para ser retratadas. Las imágenes, acompañadas de un breve texto explicativo del porqué de la elección, es lo que finalmente se publicó a modo de irreflexiva humorada ante la estadística de suicidios publicada ese año.


La propuesta, independientemente de lo conveniente o adecuado de la misma, es simple y sencilla. El resultado, aunque un poco naif para nuestros gustos estéticos e intelectuales, si lo contemplamos con la perspectiva del tiempo seguramente es acorde a su época.

Cada uno juzgará por sí mismo. En cualquier caso, ahí están las imágenes y su explicación añadida, que es en definitiva el objetivo de “Imágenes de la psiquiatría”. Y como valor añadido, gracias a la gentileza de Esther, incluyo también la trascripción del texto completo del artículo que contextualiza las fotos y que tampoco tiene desperdicio. Todo ello merece ser rescatado del cajón del olvido, al menos como curiosidad.

Nuestros cómicos se matan. ¿Cómo prefiere usted suicidarse?... ¿Le gusta la originalidad, o prefiere el manido tirito?

Mal debe de estar esta vida. El vivir en este desgastado mundo para la mayoría de los mortales es una cosa aburrida y triste. Y si no que lo digan, aunque sea por telepatía, todas esas personas, varones y hembras, que figuran en la estadística de suicidios publicada por el Ministerio de Trabajo y Previsión, correspondiente al tercer trimestre 1930 y que tenemos ante nuestra vista.

Aunque la Iglesia condene el suicidio, no cabe duda que cuando a un desesperado le da por desaparecer de esta vida perra se le olvidan los mandamientos y sólo piensa en largarse cuanto antes. Lo que no olvidan tan fácilmente, y esto está comprobado, es poner en la carta de rigor que envían al señor Juez la fecha en que nos dejan. Extraña psicología la de esos suicidas, que tienen la coquetería de poner el día de su viaje y hasta de firmar con letra redondilla.

Hoy, siglo XX, época del materialismo y de los bocadillos de anchoas, la gente se suicida con la misma facilidad con que se tomaría una caña o se iría a pasear por Rosales. Ahora, que aquellos paseítos son más largos.

¡Que un individuo tiene un revés de fortuna! Pues un tirito y en paz.

¡Que los amores son desgraciados! Un sorbito de arsénico y a dejarse querer por la gran Parca.

¡Enfermedad incurable! Una pirueta desde un quinto piso, y curado.

¡Que se ha tenido un disgusto grandote! Pues a arrojarse a un estanque y a divertirse con los peces.

En la estadística que comentamos constan, como suicidas verdaderos, quinientas sesenta y dos personas, entre hombres y mujeres. Los hombres somos, por lo visto, más impresionables, aunque no lo parezca para andar por casa. De estos seres que se han auto-matado, cuatrocientos catorce son hombres, y ciento cuarenta y ocho, mujeres.

Y los medios empleados no han podido ser más varios. Con armas de fuego y blancas, por sumersión, por envenenamiento, suspensión y asfixia, precipitándose desde las alturas, arrojándose al paso de trenes, etcétera.

Las causas también han sido diversas. Miseria, pérdida de empleo, reveses de fortuna, disgustos, amores contrariados, celos, temor a condena, embriaguez, enfermedades, falso honor y otras. Por cierto que por este último motivo sólo ha habido una baja y ha sido en Santander.

Hay un medio, el único, de acabar radicalmente con el suicidio. Nada hay más calmante que reírse de ellos, acariciarles los cabellos –antes fallecidos, claro- y, en suma hacerles creer que cada señor o señora que se suprime nos causa una risa loca.

Una sátira a tiempo. Una página humorística oportuna, hacen más efecto siempre que los anatemas más furibundos.

A nosotros, que esto de los suicidas nos hace más gracia que Ramper, se nos ha ocurrido una pequeña e interesante encuesta. Y ha sido preguntar a algunos de nuestros actores cómicos más destacados lo siguiente:

“¿Si usted se cansara de la vida, qué medio emplearía para suicidarse?”
Y he aquí lo que nos han contestado:




LINO RODRIGUEZ. ¡Cansado de la vida! Efectivamente. Tengo unas ganas de lo más locas de diñarla. En cuanto al medio todavía no me he puesto de acuerdo. Pero como estoy acostumbrado a apurar amarguras, entre ellas la carabaña, lo más acertado es envenenarme. ¡A ver, un vaso de arsénico! ¡Pobre Lino! ¡Si hubieran visto que cara más rara tenía después de muerto!



RAMON PEÑA. Todavía no pensé suicidarme. Ahora, que creo que lo más dulce sería con un atracón de yemas de San Leandro. O si no, un corte en una vena. Y si podía ser dentro del baño, como en la antigüedad, mejor.
Tampoco está mal ahogado, y no en mucho agua. Otro medio es con el gas. Pero, ¿y lo que luego sube el contador? Peña se decide al fin por arrojarse al agua. Y así le hacemos la foto. ¡Qué trompazo!



PEPE MONCAYO. ¿Qué cómo quiero matarme? Sin duda alguna, ahorcado. Nada más irónico que el morir burlándose del prójimo, con la lengua fuera. Y así muere este que fue gran actor en vida.



CHICOTE. El incomparable Chicote se ha acordado de la sublime majestuosidad con que se mataban los Samurais. Y provisto de un precioso sable, se atraviesa con cierta precaución el estómago. Acaba de almorzar.



BONAFE. Para el graciosísimo Bonafé nada hay mejor que pegarse dos tiros, y más si estos se pueden dar al mismo tiempo. Por eso opta por la escopeta de dos cañones. Y con la misma frialdad con que quitaría la vida a un inofensivo conejo, aprieta el gatillo y…–antes de ver lo que iba a pasar si la escopeta explotaba por manejo defectuoso, nos largamos–.
Bien está que los actores se vayan suprimiendo, pero el reportero y el fotógrafo quieren vivir para seguir amargando la vida a sus lectores.


El humor es uno de los mecanismos defensivos que solemos utilizar frente a situaciones que nos inquietan o incluso sobrepasan, debiendo entender así estas imágenes. Sin embargo, el tema del suicidio es suficientemente importante (por ejemplo, en España se producen más muertes por suicidio que por accidente de tráfico) como para que lo despachemos solo humorísticamente. Tiempo habrá en el futuro para compartir otras imágenes menos edulcoradas.


BIBLIOGRAFIA.


Aguera Cenarro, F. Piortiz (fotos). Nuestros Cómicos se matan. Crónica, 1 marzo 1931. nº 68. p 6.









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Descargo de responsabilidad: He utilizado las imágenes sin ánimo de lucro, con un objetivo de investigación y estudio, en el marco del principio de uso razonable - sin embargo, estoy dispuesto a retirarlas en caso de cualquier infracción de las leyes de copyright.
Disclaimer: I have used the images in a non for profit, scholarly interest, under the fair use principle - however, I am willing to remove them if there is any infringement of copyright laws.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no, el suicidio no causa gracia... pero genial la entrada!

Anónimo dijo...

Impecable la publicación como siempre en esta página, que fortuna haberlos encontrado... es importante rescatar material perdido en el tiempo... Gracias