jueves, 27 de octubre de 2016

324. Psiquifotos psicodermatológicas.

En una de las últimas entradas antes del parón vacacional, hacíamos referencia a un “atlas-manual” de psiquiatría publicado en 1902. Fue un interesante ejemplo del impacto que tuvo la aparición de la fotografía en el campo de la enseñanza de la medicina, favoreciendo múltiples atlas clínicos fotográficos en las más diversas especialidades, incluida en nuestro caso la psiquiatría que recibió con entusiasmo la propuesta de ver así retratados y catalogados los diferentes cuadros psicopatológicos.

A diferencia de la psiquiatría, que relativamente pronto tuvo que renunciar a tal pretensión clasificatoria, una de las especialidades que más se ha beneficiado de ese tipo de estrategia pedagógica ha sido sin duda la dermatología, especialidad dedicada a la prevención y tratamiento de las enfermedades de la piel. Aún recuerdo el examen de aquella asignatura en mí quinto año de carrera, basado principalmente en el reconocimiento diagnóstico de una serie de imágenes tomadas del amplio banco iconográfico que se nos fue presentando a lo largo del curso. Actualmente, la aparición de la fotografía digital y la facilidad e inmediatez de los envíos a través de Internet permite la interconsulta a distancia para una primera opinión especializada, por ejemplo desde Atención Primaria con un dermatólogo especialista. Tan fácil como hacer una foto con un mínimo cuidado con la iluminación y escala del encuadre, y enviarla por correo electrónico. Algo ya disponible en muchos de nuestros servicios.

La asignatura de dermatología coincidía en el mismo curso que la psiquiatría, y si hablamos de coincidencias no podemos pasar por alto que tanto la piel, como el sistema nervioso (cerebro y nervios) tienen un mismo origen embrionario en el grupo celular denominado ectodermo (del griego έξω [ecxo], «fuera», y -δέρμα [-derma], «piel»), el primero en formarse de las tres capas celulares que finalmente nos darán forma completa y funcional.

Pero como no estamos aquí para hablar de curiosidades evolutivas en el desarrollo embrionario, ni para rememorar planes de estudio ni técnicas docentes, ya adelanto que la asociación hoy propuesta entre la dermatología y las psiquifotos se trata de un muy interesante libro, cuajadito de imágenes fotográficas al estilo de los referidos atlas, que combina las dos especialidades en lo que se denomina psicodermatología o medicina psicocutanea.

Ya desde tiempos remotos se conoce la estrecha relación entre la piel y los aspectos psicológicos y emocionales del ser humano. Parece ser que la primera referencia en este sentido se remonta al 1.200 a.C., cuando el médico del Príncipe de Persia relacionó la afección dermatológica que presentaba con la inquietud que le generaba el ascenso al trono.

Y esa relación puede establecerse de diferentes formas y direcciones. Por ejemplo al considerar las reacciones psicológicas que una determinada alteración de la piel produce en el sujeto, como en el caso de un intenso acné no controlado en un adolescente o la psoriasis de un adulto que evita exponerse al terapéutico sol precisamente por la vergüenza que le generan sus lesiones. Y en el otro sentido, el reflejo que diversos padecimientos psiquiátricos tienen en la piel, bien de forma inconsciente como pudieran ser algunos tipos de prurito (picor), pérdida de cabello o diversas erupciones cutáneas en las afecciones estudiadas por la medicina psicosomática. O también de manera autoinfligida, bien sea conscientemente buscando una ganancia determinada o de forma impulsiva como en las autolesiones producidas como válvula de escape de la angustia en algunos trastornos de personalidad o las secundarias al lavado incoercible de manos en los trastornos obsesivo-compulsivos. En el grado extremo se encontrarían otros síntomas secundarios a convencimientos delirantes completamente fuera del control voluntario de la persona.

Pasemos ya a la entrada psiquifotera, para la que extractaré algunas imágenes del referido libro, escrito por un prestigioso y dilatado número de profesionales, cuya referencia incluyo abajo. Pero antes de empezar, prevenir simplemente con uno de esos sabios refranes que dice aquello de "comer y rascar...".





BIBLIOGRAFIA.


Francesc Grimalt, John A. Cotterill. Dermatología y Psiquiatría. Historias Clínicas comentadas. Biblioteca Aula Médica. Madrid, 2002.




Katarzyna Kozlowicz, Magdalena Glowacka, Miroslaw Jaroz, Grazyna Chodorowska, Dorota Krasowska. Psychodermatology: an inseparable relationship between mind and body. En Konrad Janowski (Ed.) Biopsychosocial Aspects of Health and Disease. Vol. 1. CPPP Scientific Press, 2009. p. 40-51.



Ladan Mostaghini. Psychocutaneous Medicine. En Edward T. Bope, Rick D. Kellerman (Eds.) Conn's Current Therapy. Elsevier. Philadelphia, 2016. p. 297-306.











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