jueves, 10 de enero de 2019

364. Reparto de Reyes en el manicomio. La secuela.

Alguien diría que fue la magia de los Reyes Magos, y quizás acertaría. Sea como fuera, al poco rato de publicar la anterior entrada psiquifotera, recibí un inesperado mensaje de una persona que me daba la solución a varios de los interrogantes allí planteados, así como me hacía partícipe de la gran sorpresa que se había llevado al ver la imagen motivo del post.




Pero recapitulemos un poco, al menos en consideración a quienes no saben a qué entrada me estoy refiriendo: "363. Reparto de Reyes en el manicomio". Escrita al hilo de una fotografía, ubicada en un manicomio desconocido y fechada en el Día de Reyes de 1964, que ahora también reproduzco por eso de saciar la curiosidad del respetable.


Decía entonces que, en contra de la aparente falta de solemnidad o academicismo de este tipo de instantáneas, sin embargo, al menos para mí, tienen un especial valor histórico. Retratos de momentos más o menos cotidianos en el devenir institucional, que generalmente no parecen ser merecedores de conservarse, estando condenadas a perderse en el olvido al desaparecer sus dueños o protagonistas. Tras tan profunda disquisición por mi parte, me preguntaba si la apretada escena habría sido tomada en el manicomio de Valencia, donde había conseguido la imagen, así como reflexionaba acerca de quienes serían aquellas jóvenes y elegantes damas que acompañaban, como pajes improvisados, a los Reyes Magos, y que relación tendrían con aquellos otros trajeados acompañantes que quedaban, como distraídos, fuera de foco.

Puedo decir ahora que algunos de mis intentos de dar respuesta a dichas conjeturas fueron plenamente errados, mientras que en otras no estuve tan descaminado. Y todo ello lo conocí, de sopetón y como por arte de birlibirloque, con el inesperado mensaje que asaltó mi teléfono.

Me escribía Ana González-Pinto Arrillaga, una acreditada psiquiatra afincada en Vitoria, proveniente de una dilatada saga de cinco generaciones de conocidos alienistas, psiquiatras y psicólogos. En el mensaje, me explicaba sucintamente que la imagen había sido tomada en un lugar mucho más cercano (y conocido para mí), que el presupuestado manicomio valenciano. Según sus palabras, aquello no podía ser más que Santa Agueda, en Mondragón (Gipuzkoa). Precisamente el lugar donde yo mismo di mis primeros pasos como psiquiatra y que nunca hubiera podido imaginar era el escenario de la foto. El mismo salón de actos donde algunas tardes festivas, estando de guardia, también participé en la organización de algún que otro evento o proyección cinematográfica.

Salón de actos junto al que Cánovas del Castillo fue asesinado en 1897 por el anarquista Angiolillo, cuando el establecimiento era todavía un balneario. Un hecho histórico que hizo caer en desgracia el negocio de las aguas, y que no pasó desapercibido a Benito Menni, sacerdote hospitalario de los Hermanos de San Juan de Dios y fundador de la Congregación Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús (las dos principales congregaciones religiosas que se dedican al cuidado de los enfermos mentales). Tras la compra del edificio por el Padre Menni, seguidamente se reabría en 1898 como sanatorio psiquiátrico. En 1929, proveniente de Madrid, asumió la jefatura de la sala de hombres el Dr. Rodrigo González Pinto, cuyo padre y abuelo habían sido directores del manicomio de Ciempozuelos en Madrid, de igual manera que él lo fue luego del de Mondragón.

Y fue este Rodrigo González Pinto el motivo por el que Ana, su nieta con 3 añitos entonces, se encontraba aquella mañana de Reyes entre los locos de Santa Agueda, y que seguramente algo pudo también que ver en su vocación psiquiátrica. Pero ¿cómo pudo estar tan segura en ese reconocimiento?, máxime teniendo tan temprana edad. Ahí viene la siguiente sorpresa, dado que, entre las mujeres retratadas, reconoció en aquella de abrigo oscuro de las "más jóvenes y elegantemente ataviadas entre los Reyes Magos", a su madre, Asunción Arrillaga. Puedo suponer que la sorpresa en ese momento tuvo que ser mucho más gorda para ella, que para mí al escucharlo, toda vez que parece no conocía la existencia de fotografías similares.

Entre los recuerdos nebulosos de aquel día, cree rescatar igualmente la imagen de su padre, también psiquiatra y también de nombre Rodrigo, personificando a Baltasar. Al menos sí sabe que andaba cerca, dado que fue quien les condujo allí y llevó de vuelta a Bilbao, tras el piscolabis festivo de rigor.

En aquellos años, coexistían dos instituciones anexas, juntas pero no revueltas, con direcciones y gerencias diferenciadas, atendidas, una por monjas para mujeres y otra por frailes para hombres. Si la imagen está tomada en el sanatorio de hombres, donde trabajaba el abuelo de Ana, la presencia de algunas enfermas aquel día se explicaría tras haber sido seleccionadas para acudir al evento, seguramente entre las menos afectadas y posiblemente más colaboradores es las tareas de mantenimiento institucional del hospital vecino, siendo de las pocas veces que algunos enfermos de los dos sexos se acercaban institucionalmente.

Así que ya tenemos resueltas muchas de las incógnitas planteadas en la anterior entrada, solo nos queda saber como pudo llegar la foto a Valencia. Si se trata otra vez de aventurar algo, quizás lo hiciera en manos de alguno de los frailes o monjas allí presentes, con motivo de algún cambio de destino, circunstancia no infrecuente. Aunque tampoco sabemos si fue aquella misma persona quien tomo la instantánea, seguramente sí se trataba de alguien aficionado a la fotografía, que posiblemente pulsó el obturador pensando también en el interés que podría tener para alguna otra de las personas retratadas o allí presentes.

Desde luego, este ha sido uno de los episodios más sorprendentes, entrañables y emocionante de todo el devenir psiquifotero. Nunca hubiera podido imaginar en una carambola semejante con la que, además, el tiempo y el azar  me permiten ahora hacer que la foto, cargada de afecto y significado, pase a manos de quien sabrá disfrutarla y conservarla mejor.

A ver qué nos deparan los Reyes el año que viene...




BIBLIOGRAFIA.



González Pinto, R. La curabilidad de las enfermedades mentales. Necesidad de creación de servicios psiquiátricos abiertos en los hospitales generales. Revista Clínica de Bilbao. Mayo 1931; VI(5): 222-6. Accesible en https://1drv.ms/b/s!Ar42BtGhsUPjl-k8CyQ0ps8nTENzaA?e=AUQRrQ




Sanatorio psiquiátrico de Santa Agueda (Mondragón). Bodas de Oro 1898-1948. Orden de San Juan de Dios. Palencia, 1950.





Hospital Psiquiátrico San Juan de Dios Ospitale Psikiatrikoa. 100 años de historia. Ed. Hospital Psiquiátrico San Juan de Dios. Mondragón, 1999.




Hospital Aita Menni. 100 años de historia en Santa Agueda. Ed. Hospital Aita Menni. Mondragón, 1998.







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Descargo de responsabilidad: He utilizado las imágenes sin ánimo de lucro, con un objetivo de investigación y estudio, en el marco del principio de uso razonable - sin embargo, estoy dispuesto a retirarlas en caso de cualquier infracción de las leyes de copyright. Disclaimer: I have used the images in a non for profit, scholarly interest, under the fair use principle - however, I am willing to remove them if there is any infringement of copyright laws.

3 comentarios:

Manuel Aresti Larrauri dijo...

Me encanta su blog, Oscar. Y en especial este post ya que conozco el Santa Agüeda de Mondragón en el 1974-75...

Sonia Herrera dijo...

Impresionante Óscar. Qué historia más bonita!

Anónimo dijo...

Muy interesante todo. Trama detectivesca. Abrazos y a seguir, Oscar. Feliz año.