lunes, 16 de mayo de 2011

188. El pensamiento que tendría Cossío.

Sin poder descartar totalmente que fuera la lectura del libro de Cossío lo que inspiró a Marañón para construir su teoría sobre los locos como modelos del Greco (aunque tampoco lo cita en sus primeras entrevistas sobre el tema), en la anterior entrada comprobamos que al principio Don Gregorio se atribuyó a si mismo la idea que le inspiraría para dar el paso desde los modelos “asténico-normales” a la inclusión de aquellos “asténico-enajenados” inquilinos del Nuncio, además de constatar que ya en 1930 intuía el experimento fotográfico que llevó a cabo años después y tanta notoriedad alcanzó.

Ya para esa fecha decía tener “la evidencia de que el Greco pintaba locos” y de que “sus modelos fueron casi todos los locos del Nuncio de Toledo”. De igual forma que junto a ellos seguía incluyendo también a los judíos, pobladores de Toledo en tiempos del pintor. Es bien conocida la afición y cariño que Don Gregorio profesaba a esa ciudad, donde pasó largas temporadas de su vida, y de la que escribió un encendido ensayo: “Elogio y nostalgia de Toledo”, cuya primera edición publicada en 1941 no incluía referencia al ilustre pintor entre sus páginas. Sin embargo, en la segunda edición de 1951 vemos añadido un capítulo, titulado “El Greco y Toledo”, firmado en Buenos Aires en 1939 cuatro años después del fallecimiento de Cossío. Y ahí le cita como inspirador de su punto de vista:

…Los ojos de Theotocópuli eran, sin duda, normales. Y también su cerebro. No estaba loco… Amaba, sin duda, a los locos y era capaz de comprenderlos. Pero esto les sucede a todos los hombres que son, en verdad, razonables. Los locos también le amaban a él, a través dé sus cuadros, como el del San Jerónimo del Hospital Provincial…Es para mí segurísimo, como Cossío pensaba, que los modelos de sus Apóstoles fueron, más de una vez, los inquilinos forzosos del manicomio toledano, del Nuncio, que aún sirve de asilo a estos seres, no siempre infelices, a dos pasos de la casa que habitara el pintor. Aún están allí, vivos, con sus mismas barbas blancas, con sus manos expresivas y secas, con sus caras asimétricas y su orejas desiguales, algunos locos venerables y dignos, que parecen los- mismos que transformó el pincel de Theotocópuli en arquetipos admirables de San Juan o de San Lucas. Modelos insuperables, porque estos simpáticos dementes a lo mejor estaban y están convencidos de que eran Apóstoles de verdad. Pero el pintor, a trueque de sus aires extravagantes, fue el hombre más cuerdo de este mundo. Si tuvo alguna manía, fue la de pleitear; y es ésta, precisamente, ejemplo de la manía razonadora”.

Encontramos en esas líneas, redactadas como expatriado en el último año de la Guerra Civil, referencia explícita a Cossío como artífice de la idea de los locos como modelos del cretense, una hipótesis que en 1930 se atribuía a él mismo y que años después desarrolló más en extenso en su monografía sobre el pintor publicada en 1956.

Monografía en la que, junto a los Apóstoles, también otras obras se atribuían a modelos seleccionados entre los enfermos hospitalizados, algunos de ellos incluso en diferentes momentos de su evolución clínica, como sería el “loco coronado” que inspiraría dos de las versiones del “San Luis, Rey de Francia” del que dice ”Los dos son el mismo loco haciendo de rey; el primero tranquilo (en el Louvre), el segundo exaltado (Museo del Greco)”.


Una teoría que, naciera de quien naciera y seguramente más por su espectacular puesta en escena que por los indicios reales con los que contamos para defenderla, pervivió en el imaginario de algunos críticos, quienes tampoco ellos dudaron en entrever torturados desvaríos y disimulados tarados mentales en el apostolado que nos ocupa.






J. Ruiz Manent en La Vanguardia, 1974.

Pero, frente a ese tenaz convencimiento, en otras partes del texto del Dr. Marañón, no deja de llamar la atención algunas de sus justificaciones y, más aún, las equívocas referencias al texto de Cossío que ya señalamos en alguna de las entradas anteriores. Tal vez como si se hubiera estremecido por la repercusión mediática y las eventuales consecuencias de tan sacrílega mezcla en la España de la época, los locos como apóstoles de Jesús. Una relación tampoco nada probable en tiempos del Greco.

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La serie completa relacionada con los locos del Nuncio, El Greco y Marañón:
181. Vida Provinciana. Una tarde entre locos.
182. El Greco, Marañón y los locos del Nuncio de Toledo.
184. El experimento psiquifotero de Marañón.
185. Repercusión mediática de las psiquifotos de Marañón.
186. Explicaciones de Marañón sobre la teoría de los locos como modelos.
187. La evidencia que tenía Marañón.
188. El pensamiento que tendría Cossío.
189. Rizando el rizo del Nuncio.
190. Un souvenir del Nuncio Nuevo.

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BIBLIOGRAFIA.


Cossío, Manuel Bartolomé. El Greco. Madrid: Victoriano Suárez, 1908.


Marañón, Gregorio. Elogio y nostalgia de Toledo. (1ª Edición). Espasa Calpe. Madrid, 1941.




Marañón, Gregorio. Elogio y nostalgia de Toledo. (2ª Edición). Espasa Calpe. Madrid, 1951. Accesible aquí.



Marañón, Gregorio. El Greco y Toledo. Espasa-Calpe, Madrid, 1956.







Ruiz Manent, J. Barres o “el secreto de Toledo”. La Vanguardia Española. 25 junio 1974. p. 45.


Martínez Azumendi, O. El Greco, Marañón y los locos del Nuncio de Toledo. Norte de Salud Mental. 2011, IX (39):93-102. Accesible en https://1drv.ms/b/s!Ar42BtGhsUPjmv5WHRqqu5bvwHpUjA?e=XhcAEQ.






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