Una relación propiciada por Kent, psicólogo que da sus primeros pasos en el mundo de la fotografía en ambientes difíciles y problemáticos, quien conoce a Beth, con serios problemas de toxicomanía. Y lo que en un principio no parecía nada más que un interesante proyecto entre un fotógrafo y su modelo, deviene en una sólida amistad a lo largo de décadas, con la publicación de tres libros y un video que nos relatan la dura y tórpida historia de Beth.
Nos ocuparemos en esta entrada del primero de esos libros, el libro de Beth publicado por primera vez en 1988 con textos de Beth R, Cornell Capa y Bengt Börjesson en tres ediciones diferentes en sueco, danés y noruego, siendo traducido al inglés en 1989. Las siguientes entradas se ocuparán de “Picture imperfect”, que profundiza en el pasado de Beth y fue publicado en dos ediciones, una inglés-sueco (2007) y otra en danés (2008), incluyendo además un DVD titulado “el diario de Beth”. Finalmente nos reencontraremos con Beth en “Where I am now”, justo recientemente publicado en 2012.
De nuevo Irantzu nos lo relata con mayor sentimiento:
Kent Klich nació en 1952 en Suecia. Estudió Psicología en la Universidad de Gothenburg. Después de licenciarse trabajó con adolescentes problemáticos, y terminó embarcándose en el mundo de la fotografía.
Cuando empezó a interesarse por este mundo hizo un trabajo muy especial, “The Book of Beth”, “El libro de Beth”, con imágenes tomadas durante tres años a mediados de los años 80 y que publicaría en 1988. Beth R. era una adicta y prostituta que vivía en Suecia, y el libro es un retrato inquietante de confianza e intimidad entre el fotógrafo y ella, o, más bien, entre dos amigos.
Klich describe sin tono moralista la espiral de dificultades a la que esta mujer se enfrenta. “El Libro de Beth” llega al lector desde un primer momento debido a la ruptura de cualquier barrera de la intimidad. Es innegable que en un primer nivel, es una mirada voyeurista en una vida, una vida tan difícil que deja escapar un suspiro de alivio a quienes no hemos tenido que vivirla.
Este lado oscuro de la humanidad tiene un magnetismo para los fotógrafos. Historias de interés humano que reducen las complejas relaciones físicas y emocionales hasta el mínimo común denominador.
La mejor forma de entender lo que Beth R. vivió, además de ver las imágenes tomadas, es leer su propio relato en el libro, del que he extraído parte. Un relato sin dobles intenciones, claro, sencillo. Un relato escribo por quien lo ha vivido, que es quien mejor puede expresar todo…
“¡Cómo esperaba que mi hermana me recogiera en la estación de tren! Pero ella no apareció.
Sólo tenía cuatro años y estaba recorriendo el camino de vuelta desde el hogar de acogida para niños donde había sido colocada. La mujer de la institución tenía que ir conmigo todo el camino hasta la puerta de mi antigua casa. Me asusté cuando tocó nuestro timbre, y me escondí detrás de ella. Sabía que algo iba mal si mi hermana no se había presentado a recogerme.
Mi madre abrió una grieta en la puerta. "¿Qué quieres?". Eso fue exactamente lo que dijo. ¡Con las grandes expectativas que me había hecho! Tan pronto como la mujer se fue, mi madre cogió una silla de la cocina y la llevó al salón. Tenía una novia de visita, así que supuse que tenía que simplemente sentarme y estar quieta mientras ellas dos tomaban un par de copas.
Éramos realmente pobres y mi padre trabajaba todo el día. Yo casi nunca lo veía, así que solía huir a su puesto de trabajo. Una vez papá invitó a un montón de mis amigos a casa por mi cumpleaños y preparó una fiesta maravillosa.
Por mi madre fui golpeada a menudo con saña. Muchas perchas se rompieron en mí. Mi madre me pegaba hasta que mi cuerpo estaba negro y azul. Se volvía muy loca cuando me orinaba en la cama, lo que hice hasta que cumplí los 17.
Un día, a medianoche, me había hecho pis en la cama. Entonces ella me empujó hacia el baño y luego a la cocina. Mi madre estaba totalmente histérica y me hizo cortes en ambas rodillas. Quería echarme a llorar, pero guardé silencio. Las cosas se pondrían aún peor si llorara. Al día siguiente, cuando terminó conmigo, no se podría encontrar una pulgada de mi cuerpo que ella no dejara herida con alfileres.
Éramos realmente pobres y mi padre trabajaba todo el día. Yo casi nunca lo veía, así que solía huir a su puesto de trabajo. Una vez papá invitó a un montón de mis amigos a casa por mi cumpleaños y preparó una fiesta maravillosa.
Por mi madre fui golpeada a menudo con saña. Muchas perchas se rompieron en mí. Mi madre me pegaba hasta que mi cuerpo estaba negro y azul. Se volvía muy loca cuando me orinaba en la cama, lo que hice hasta que cumplí los 17.
Un día, a medianoche, me había hecho pis en la cama. Entonces ella me empujó hacia el baño y luego a la cocina. Mi madre estaba totalmente histérica y me hizo cortes en ambas rodillas. Quería echarme a llorar, pero guardé silencio. Las cosas se pondrían aún peor si llorara. Al día siguiente, cuando terminó conmigo, no se podría encontrar una pulgada de mi cuerpo que ella no dejara herida con alfileres.
Papá se enteró de todo esto, pero las versiones que escuchaba eran manipuladas en su favor y casi siempre cuando llegaba a casa del trabajo, así que, ¿qué se suponía que iba a hacer? Quería realmente a mi padre, pero mi madre era un caso completamente diferente. No podía soportar verme. Tal vez la razón de su histeria y de que abusara de mí era porque yo era la viva imagen de papá. De todos modos, fueron los dos los que decidieron echarme.
Desde que cumplí los nueve años estuve en muchas instituciones. Una de ellas fue Himmelbjerggard, que me encantó. En todas esas casas, sufrí muchos momentos rabia: arrojaba cuchillos a los adultos cuando no entendía lo que hacían. Una vez salté desde el cuarto piso a un montón de colchones. Finalmente, allí pude dejarme llevar y hacer lo que me daba la gana, porque cuidaban muy bien de mí. Me sentí bien y cuando me negaba a hacer algo, no me castigaban. Cuando estuve en casa, nunca me puse así de histérica. Aún hoy nunca lo he hecho ahí.
Por supuesto me perdí tener una familia real. Pero la mayoría de mi tiempo en las instituciones fue bueno. Mejor que estar en casa. Me encantaba Himmelbjergaard. Era la niña más popular allí. Era la que inventaba bromas y trampas. Es el sitio que más me gustó aunque siempre estuviera escapándome de él. Era sólo para conseguir emoción. En el fondo siempre sabía que podía volver, y que habría una cena caliente y una cama para mí.
Después fui enviada a varias escuelas de las que me expulsaron. En la última de ellas, Herlev, que era como un infierno, teníamos permiso de tarde. Muchas chicas eran lesbianas, y algunas de ellas estaban con chicos por dinero. Era común en 1967-68.
Yo solía ir a la sección Nyhavn. Fue el lugar donde oí música en vivo por primera vez. Iba todas las noches y empecé a fumar heroína y opio, incluso me pinché por primera vez, convencida de que no me engancharía. Por esa época comencé a irme con hombres por dinero. Tenía 17 años.
Un domingo por la tarde mi novia Lone trajo un hombre a nuestro coche para hacerlo con él allí. En aquellos días, un polvo en el coche costaba 80 coronas que nos dividimos. Esa fue nuestra escena durante el siguiente mes: yo salía del coche mientras follaban. Era maravilloso tener todo aquél dinero. Especialmente para mí, que no tenía que hacer nada por él. Después de mes y medio, Lone empezó a presionarme para trabajar como ella también. Pero estaba asustada. Me libré porque argumentaba que tenía el periodo cada vez que era “mi turno”. Y empecé a pensar que era una vergüenza follar por 80 coronas y encima llevarme sólo la mitad.
Me detuvieron por primera vez a los 18 años de edad y estuve dos meses en prisión. Pasé el mono en la cárcel porque me daba miedo decir que era adicta. En aquél entonces lo era al opio y las pastillas. Al salir, me enviaron a “Danish Society for Homeless”. Les dije que era alcohólica y me dieron Antabus cada día. Tuve un tipo de trabajos diferentes entonces: en un hotel, en una fábrica…
Al principio era nuevo y excitante de alguna forma, pero después me fui con un cliente y una cosa llevó a la otra. Dejé de trabajar para empezar a vender drogas por la calle. "The Skipper" era donde solía pasar el rato en Nyhavn, donde vendían hachís y todo tipo de sustancias para que yo pudiera mantener mi hábito. No tenía dinero, pero me negué a irme y dejar aquel bienestar. Fue donde conocí a Ole. Era un músico que tocaba allí. Cuando le conocí, pensé que era majo y dulce. Hicimos el amor y tuve mi primer orgasmo.¿ Quién no ha soñado alguna vez con algo tan puro?
El amor es la mejor actividad que el cuerpo puede experimentar, en un sentido físico y mental. Es la cosa más bonita, pura, agradable, que puedes experimentar, y en ella recibes lo mismo que lo que das. Pero tiene que ser con alguien con quien realmente conectes. Follar con cualquiera no es lo mismo. Lo he probado tantas veces…
Cuando estaba traficando, mi hermano Basse se mudó conmigo. También era un adicto. Era increíblemente agradecido y estaba contento de estar conmigo, obviamente porque tenía drogas. Con 25 años intenté mi primera desintoxicación. Pasó más de año y medio antes de que realmente empezara a cambiar. Justo antes de esto, había estado en la cárcel dos veces en Suecia porque me habían cogido con 10 gramos de base de morfina. Y la semana anterior, había estado hospitalizada junto con mi hermano por sobredosis. El destino quiso que tuviera que tocar fondo para romper con el hábito.
Pesaba sólo 49 kilos, diez por debajo de mi peso normal. Dos personas del grupo de Salvación me llevaron a comer. Pero estaba tan mal que no podía tenerme en pié. Tenían miedo de ayudarme a desintoxicarme en aquellas condiciones, así que me llevaron al hospital. Cuando salí de allí, tenía 25 años y estaba rehabilitada. Tenía un trabajo normal, y había ganado 30 kilos en dos meses. Estaba tan gorda que no podía mostrar mi cara a nadie y estaba siempre en la oscuridad.
Esto me llevó a ingresar en un hospital especializado en desórdenes nerviosos. Escapé y volví varias veces de él. Tomé pastillas más de una vez, pero siempre me despertaba en el hospital.
Tras ello, me dieron un piso pequeño y con lo justo, donde recaí. Después de varias recaídas, comencé a hacer la calle de nuevo para ganar el dinero que necesitaba para la droga. Siempre sentí que tuve muchas oportunidades, probablemente muchas más que otras personas. Siempre fui muy consciente de mi situación en la vida y he aprendido de cada experiencia vivida.
Soy una yonki, es verdad, pero ha habido temporadas en las que he estado fuera de ese mundo. Antes de que tuviera la metadona, pensaba honestamente que podía parar de drogarme si podía estar desenganchada un tiempo largo. Y cuando saliera de las drogas, seguramente empezaría a trabajar. En muchas ocasiones volví a la escuela y la dejé de nuevo. Ahora mismo, han pasado muchos años desde que volví a ella. Han pasado ocho años desde que empecé a tomar metadona. Me da constantes depresiones e insomnio. Mi cabeza frecuentemente se siente como si se dividiera en dos. Aun cuando siempre pensé que la metadona sería mi salvación, no quería empezar con ella.
Durante años, me han recetado la metadona, pero nunca he tenido a nadie para hablar de mis problemas o mis reflexiones: la metadona se puede usar para la desintoxicación, pero los yonkis no deberían tenerla a mano como si fuera limonada. Es muy peligroso. Así mismo, los yonkis de años de evolución casi nunca piden ayuda. Las autoridades deberían buscar la forma de motivarlos, de hacer algo activo para sacarles del hábito.
Pasé por varios lugares donde viví. En uno, Poul se mudó a la habitación de al lado. Con él yo tenía dinero para doparme y a cambio, le prometí sentar la cabeza en algún momento. Era una época en la que me metía, “trabajaba” y me volvía a meter. No me quedaban fuerzas para vivir en este mundo. Tomé píldoras para dormir. Le dejé una nota a Poul: “Déjame sola. Estoy tomándome un descanso”. Pero no funcionó y una ambulancia me llevó al hospital. Cuando volví en mi, todo en mí estaba mal: neumonía, úlceras, algo malo en mi corazón… y no recuerdo el cuarto problema.
Estaba enferma como un perro y mi mente sólo podía pensar “¿Qué voy a hacer? No tengo metadona”. Finalmente, no pude aguantar ahí más, me quité las vías y salí a las 2,30 am. Me mudé con Poul. Él me aseguró la metadona, cigarros, café y algo para comer. Estaba seriamente enferma y cosas muy extrañas pasaban por mi mente. Fui tratada como una reina, pero estaba tan débil que no me importaba. A pesar de que todo lo que Poul hiciera fuera por mí, sin pretensiones ocultas. Él quería que yo fuese su mujer, pero aceptó mi voluntad y mi mundo durante mucho tiempo.
Cuando cumplí los 30, las cosas fueron de mal en peor. En el último par de años, he estado muy mal por largos períodos y me he quedado en la cama, con calambres, mareos y vómitos. Donde vivo hace tanto frío que en invierno tengo que estar con abrigo. De vez en cuando como algo. Tomo vitaminas todos los días, pero sé que no puedo vivir de ello eternamente. He estado hospitalizada muchas veces. Una vez estuvieron a punto de amputarme la pierna por la infección de una punción. En cada hospitalización me he ido lo antes posible. Aunque tuviera metadona allí, no podía aguantar el entorno hospitalario.
He perdido la mayoría de mis proveedores. Cada dos semanas, me hago la revisión, lavándome bien “porque estoy fuera de la calle y con otra gente”. Cada día voy a coger mi metadona, pero eso es otra historia. Sólo me lavo los dientes. Me dan 3200 coronas al mes para bienestar. Mi renta es de 1100 corona. Mi metadona y la medicación para los nervios es gratis. Soy afortunada en ese sentido.
Sigo “trabajando” para ganar un dinero extra, aunque ahora raramente llego a follármelos. Normalmente, por un trabajo consigo un pico. Después del último cliente, me voy directamente a la ducha. Me froto bien, pero esa sensación asquerosa nunca desaparece: está dentro de mí. A veces me imagino cómo podría ser mi vida… A veces he tenido que robar dinero también, cuando he estado muy necesitada.
La violencia ha incrementado. Creo que he sentido más violencia en mí en los últimos cinco años que en los primeros once. Un ejemplo es cómo tengo cortados los nervios de una mano por un tío que no podía correrse. Sacó un cuchillo y en el forcejeo le apuñalé en el bazo. Desde entonces, siempre llevo un cuchillo conmigo cuando estoy en la calle. Para asustar a quien se meta conmigo y porque así me siento más segura. Aún así, siempre estoy asustada.
Mi hermano seguía intentando vivir conmigo, pero intenté apartarlo. Una vez, completamente borracho en medio de la noche, me tocó la puerta y gritó: “¡¡Maldita seas, si no hubiera sido por ti yo no estaría en este lío de mierda. Espero que te sientas realmente miserable por ello!!”. No puedo contar las veces que miré por la ventana y le vi en el suelo o en un sofá bajo la lluvia. No tuve más remedio que bloquear mis sentimientos. No eran aptos para mostrar. Es por eso que los yonkis se meten en tanta mierda: te vuelves apático.
Por supuesto, Basse siguió drogándose, y un día, tras robar en el hospital donde yo estaba ingresada medicación y tóxicos, los tomó y se desmayó. Estaba frente a una ventana abierta y tenía neumonía, pero no pudo sentir nada porque estaba drogado. Así estiró la pata. He visto muchos cadáveres… pero éste era mi hermano. Los otros eran de gente que no me importaba. El momento fue muy extraño. Si te sientes como un trozo de mierda, no puedes reaccionar emocionalmente hacia nadie más que hacia ti. Yo me metí un pico, y luego otro nada más oír que Basse estaba muerto. No pude sentir ninguno de ellos. Estaba con los nervios destrozados.
Nunca me ha dado miedo morir, pero sí cómo fuera a pasar. No quería que fuera de sobredosis, porque se sufre como una loca. Hoy no me siento como muriendo. Hay muchas cosas que he pasado, que no puedo cambiar. Pero arreglaré las cosas en la medida de lo posible. Durante los últimos dos años, he intentado desintoxicarme, con resultados irregulares. Finalmente sentí que necesitaba un cambio radical para conseguirlo. Doble o nada. No quería pincharme ocasionalmente y ponerme enferma.
Gracias a dios, cuando fui admitida en el hospital conseguí inmediatamente mi metadona y no sufrí abstinencia. Fue el primer lugar donde me trataron como a cualquier otra persona, como el individuo que soy. Fue genial. Estuve un mes entero en el hospital por voluntad propia. Fue un paso de gigante para volver a una vida normal. Ahora quiero probar a salir del hábito, fuera de la heroína, y reducir la metadona.
Es como ser joven de nuevo… pero con muchas cosas útiles aprendidas. Cuando estoy sólo con la metadona, hablo a la gente que va a comprar drogas de todo. Es el único momento en el que no me siento totalmente como una perdedora y siento que soy una buena persona. Me gustaría visitar a papá más a menudo. Enseñarle mi lado bueno para que tenga algo pequeño que le haga feliz. Él necesita saber que al menos uno de nosotros lo está haciendo bien. Espero que no me dé por perdida.
Soy muy buena inventando excusas cuando estoy mal: no sé qué me pasa. La última vez que volví en bicicleta de donde Poul, estaba triste y deprimida. Me sentía sin ninguna esperanza y estaba de camino a la miseria. De repente, tuve una idea: “lo arreglaría con metadona”. Entonces tuve algo que perseguir, una meta, una esperanza en mi vida.
Ahora quiero parar de meterme metadona. Ahora estoy bajando de 12 a 6. Debo bajarlo progresivamente y pararlo. Muchas veces he pensado qué pudo haber sido diferente. Mi inseguridad es la razón real por la que empecé con las drogas. A los 17 estaba sola y llena de complejos. En la primera mitad de mi vida, estuve bloqueada en instituciones, en la segunda mitad he sido una yonki. Pero siempre he sentido que era por mi propia culpa y eso es por lo que he tardado tanto en pedir ayuda.
No estoy amargada ahora. Pero ha habido tantas veces en las que ella ha sido tan cruel conmigo… y me pregunto por qué. La peor parte es que eso te endurece. Te duele tener sentimientos cuando estás cuando no te está permitido expresarlos. Pero tengo que aceptar esas condiciones. Sólo quiero vivir mi propia vida ahora como la quiero: sólo TENGO que hacerlo.”
Un material indudablemente valioso. Tanto por las imágenes, como por el tiempo que cubren, como por el relato que las acompaña. Muchas veces vemos un corte transversal en la vida de una persona, a veces en un momento malo, otras en uno bueno. En el libro de Beth, podemos seguir los altibajos de su vida, comprender que las vidas, así como las adicciones, el humor, el estado emocional, las vivencias… TODO es dinámico. Entender que a partir de cortes transversales no podemos saber el resto porque no son dos puntos que se puedan unir con una línea recta. Hay espirales, curvas, picos, subidas, caídas… así que, como mínimo, siempre deberíamos tener esto en cuenta. Preguntarlo si queremos saber cómo cada persona ha llegado a donde está.
Somos el resultado de cómo somos y de lo que hemos vivido. No nos olvidemos. Aquí hemos podido ver parte de lo que ha vivido Beth R.
Has cerrado tu ventana
colgado cortina sobre cortina
sólo un rayo de luz entra.
Quieres mantener al mundo fuera
pero incluso aquí en la oscuridad
no encuentras la paz.
Lo único que ayuda es una solución.
Estás agazapada
en un rincón de ti misma
sonriendo.
La primavera ha llegado.
No puedo recordar la primera vez que nos encontramos
pero los olores están todavía alrededor.
El olor de las colillas de cigarrillo
la ropa sucia y aceite de Ulay.
Y tu viaje hacia la libertad.
Este libro es para ti de Beth
y todo el mundo que lucha
para vencer a las drogas
y empezar a vivir.
Kent Klich
Al finalizar este libro, en Septiembre de 1988, Beth estaba tomando 14 píldoras de 5 mg de Metadona al día, y 200 píldoras de 5 mg de diazepam al mes. Fue expulsada de donde vivía por no pagar la renta y estaba en lista de espera para un apartamento. Mientras, vivía con un hombre en 16 metros cuadrados, con dos camas y un retrete, pagando un alquiler y satisfaciendo sus necesidades sexuales. Tenía 39 años.
I.G.L.
Y de igual manera que otros seriales por entregas, esta entrada también CONTINUARA...
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La serie completa relacionada con las "Relaciones fotografiadas":
238. Relaciones fotografiadas: 1) Midnight.
239. Relaciones fotografiadas: 2) Phil and Me.
241. Relaciones fotografiadas: 3) The book of Beth.
242. Relaciones fotografiadas: 4) Picture imperfect.
243. Relaciones fotografiadas: y 5) Where I am now.
250. TOC, TOC, TOC... 1) A la sombra de las cosas.
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BIBLIOGRAFIA.
Klich, Kent.The book of Beth. Aperture, 1989. Parcialmente accessible aquí.
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